El Origen del Corán III

El Origen del Corán III

LA FABRICACIÓN INCONCIENTE

Esta teoría está probablemente basada en los siguientes dos Hadices (dichos y hechos de Muhámmad) que describen el estado en que el Profeta se ponía en el momento de recibir la revelación y cómo empezó la inspiración divina. Estos dos hadices fueron narrados por su esposa Aisha

Narró Aisha, Madre de los creyentes: “Alháriz bin Hisham preguntó al Mensajero de Allah: ¡Oh Mensajero de Allah! ¿Cómo se te revela la Inspiración Divina? El Mensajero de Allah respondió: “Algunas veces es como el tintineo de una campana, esta forma de inspiración es la más dura de todas, que pasa después de que he asimilado la Revelación. Algunas veces, el ángel viene a mí con forma de hombre y me habla; y yo asimilo cualquier cosa que él me dice“.

Aisha añadió: “Ciertamente que vi al Profeta mientras le descendía la revelación divina en un día muy frío; noté el sudor bajando por su frente (cuando la inspiración terminaba)[1]”.

En otro Hadiz dice:

Narró Aisha, Madre de los creyentes: “El comienzo de la inspiración divina al Mensajero de Allah, fue en la forma de sueños agradables que se hacían realidad como la luz de un día brillante, después le fue otorgado el amor a la reclusión. Solía ir a recluirse en la cueva de Hirâ donde adoraba (sólo a Allah) continuamente por varios días antes de desear volver junto a su familia. Solía llevar con él la merienda de viaje para su estadía y después volvía a (su esposa) Jadiya para llevar su merienda nuevamente; hasta que de repente la verdad descendió sobre él mientras estaba en Hirâ. El ángel vino a él y le pidió que leyera; el Profeta respondió: No sé leer...[2].

Philip K. Hitti, en su libro: “Islam and the West: A Historical Survey”, dice:

“El Profeta experimentó arrebatos de éxtasis mientras recibía las revelaciones, dando lugar a la acusación de que era epiléptico[3].

En “Islam and the West: The Making of an Image” Normann Daniel escribe:

“En algunas versiones Muhámmad ya había convencido a Jadiya de su “latente divinidad” mediante las artes mágicas; en otras, él solamente pretendió la revelación después (a manera de explicación) de su primer ataque epiléptico que el designio de Dios le preparó. Resumiendo, la historia omitió la parte de Jadiya, no eran más que ataques epilépticos explicados como visitaciones angelicales[4].

Describiendo la posición de Mark (de Toledo), Norman Daniel dice:

“Mark de Toledo habló más prudentemente de Muhámmad actuando como si tuviese epilepsia... igualmente habló de su recuperación tras los ataques y de cómo se volteaban sus ojos. Sea lo que fuere que Mark haya aportado a la teoría epiléptica; éste se rehusó a comprometerse con ella o con la de la posesión demoníaca[5].

Aparte de la teoría epiléptica, existe también una “Teoría de la ilusión religiosa”. De acuerdo a esta teoría, un hombre que es profundamente religioso puede tener visiones que lo pueden llevar a pensar que lo que se imagina viene de Dios, cuando ese no es el caso.

El reverendo J.M. Rocwell fue citado diciendo:

“Él (Muhámmad) fue probablemente, más o menos a lo largo de toda su carrera, victima de una cierta dosis de autodecepción. Un sujeto cataléptico desde temprana edad, nacido - de acuerdo con las tradiciones - de una madre altamente nerviosa y excitable; era particularmente presto a tener mórbidas y fantásticas alucinaciones. Excitación y depresión se alternaban en él; esto le hacía acreedor, a los ojos de sus ignorantes compatriotas, del crédito de estar inspirado...[6].

R. A. Nicholson es otro estudioso que parece proponer la teoría de la ilusión religiosa. Nicholson dice:

“Ya sea que lo consideremos como un caso patológico o un gran ejemplo de éxtasis místico, el tema principal de su misión, el motivo dominante, puede ser discernido de su convicción de que el Juicio Final estaba cerca y de que él debía, a todo costo, advertir a sus compatriotas del inminente juicio[7].

A pesar de sostener que el Corán no era inspirado, Nicholson dice que Muhámmad no era consciente de su invención:

“Decir que...el Corán es, en su totalidad, inventado y no inspirado; no quiere decir que su autor estaba consiente del fraude cuando dictó toda clase de instrucciones y regulaciones en el nombre del Corán[8].

Nicholson sugiere que una explicación puede ser hallada en la adicción de Muhámmad a la reclusión, especialmente durante la noche:

“Él era adicto a la práctica de la oración solitaria, especialmente durante la noche, y pudo haberla cultivado para inducir los anormales estados que motivaron a sus enemigos a describirlo como poseído por los genios[9].


Por su parte Bryan S. Turner dice:

“Los tradicionales biógrafos europeos del Profeta, han tomado dos posiciones:

  1. Que Muhámmad era psicológicamente normal, pero insincero acerca de su supuesto mensaje de Alá.
  2. Que estaba loco y creía en la autenticidad de su visión profética[10].

Sea como fuera, Rodinson, un ateo declarado, llegó con una teoría que pensó podría salvar a Muhámmad de las acusaciones de hipocresía y locura.

Su teoría consiste en que el Corán es el producto del inconsciente de Muhámmad. No es una revelación divina, sino que es una recreación inconsciente de experiencias pasadas y conocimientos de los que Muhámmad se había apropiado equivocadamente[11].

En resumen, hay tres variaciones principales en esta teoría. Su denominador común es que Muhámmad escribió el Corán inconscientemente (sin querer). Las tres variaciones son:

  1. La teoría de la epilepsia.
  2. La teoría de la ilusión religiosa.
  1. La teoría del subconsciente[12].


CAPÍTULO VII

LA TEORíA DE LA EPILEPSIA

Esta teoría es tal vez la que tiene más problemas. En la Nueva Enciclopedia Británica se ha definido la epilepsia con los siguientes términos:

“Repentinos y periódicos desórdenes en el funcionamiento mental, estado de conciencia, actividad sensitiva o movimiento del cuerpo, causados por el mal funcionamiento paroximal de las células nerviosas del cerebro[13].

Bajo “Tipos de ataques” se mencionan cuatro categorías: Mal Mayor, Mal Menor, Espasmos Psicomotores y Espasmos Infantiles.

EL MAL MAYOR:“Incluye convulsiones generalizadas en las cuales sobreviene inconsciencia repentina con caídas y temblores en los miembros[14]. Estas caídas al suelo se ven precedidas a veces por un grito muy fuerte. Después de que el cuerpo cae al suelo se entumece y, en ocasiones, la respiración se detiene, esto es seguido por movimientos repentinos y bruscos en las piernas y manos. En algunos momentos el que sufre los ataques se muerde la lengua debido a las contracciones involuntarias de los músculos de la mandíbula. A medida que la persona sale de esto experimenta jaqueca y no recordará nada de lo que pasó. Es obvio que estos síntomas no son aplicables a Muhámmad[15].

EL MAL MENOR: Incluye lapsos momentáneos de conciencia y más del 70% de los pacientes tienen los primeros ataques antes de cumplidos los veinte años. En esta “epilepsia menor” no hay movimientos involuntarios y puede por lo tanto ocurrir muchas veces en un sólo día sin interrupción de la conciencia. Es bastante difícil que el Mal Menor pueda ser relacionado con las revelaciones de Muhámmad. La revelación le llegó a los cuarenta años y duraba varios minutos, a diferencia de los lapsos momentáneos del Mal Menor. Peor aún; la revelación nunca pasaría desapercibida.

Los ataques Psicomotor y Focal (también “Epilepsia Jacksoniana”) suelen involucrar convulsiones generalizadas:

“El primer arrebato focal se manifiesta mediante movimientos localizados o sensaciones de una parte del cuerpo, o por advertencias subjetivamente experimentadas llamadas auras, que suelen durar desde una fracción de segundo hasta pocos segundos. Auras que se dan en zonas específicas del cerebro incluyen sensaciones de que el ambiente es extrañamente familiar, alucinaciones auditivas o visuales, un zumbido en los oídos, además de olores y sabores desagradables[16].

Nuevamente, estos ataques psicomotores no tienen nada en común con la revelación de Muhámmad. Más aún, el Corán recitado por Muhámmad se encuentra a mano hoy en día y, tras examinarlo, no parece los extraños gritos y balbuceos de un epiléptico.

Puede que haya otras formas de epilepsia aún no conocidas por la ciencia, pero aún en ese caso, se tratarían de una enfermedad y afectarían por lo tanto sus facultades mentales, dejándole incapaz de controlar sus pensamientos. Pero cada vez que Muhámmad recibía una revelación se encontraba en completo control de sí mismo y era totalmente capaz de recordar todo posteriormente y de hacerlo registrar respectivamente. Él estaba tan seguro, que incluso, fue mencionado en el Corán en 75:16-19. De hecho, el Corán es tan fácil de recordar que si se reúne un grupo cualquiera de musulmanes sinceros, les es posible repetir lo que han memorizado del Corán y recopilarlo. El Corán lo confirma en 54:17, y esto, sin importar si estas personas hablan o no árabe.




CAPÍTULO VIII

LA TEORíA DE LA “ILUSIóN RELIGIOSA”

Ya que los problemas en la teoría de la "Ilusión religiosa" coinciden perfectamente con los presentados por la "Teoría subconsciente", debemos tratar ambas teorías juntas.

Las dos asumen que el Corán había emanado del conocimiento, imaginación, experiencias y medio ambiente de Muhámmad, a pesar de que él mismo no estaba consciente de ello. La dificultad que se antepone a la aceptación de estas teorías consiste en el hecho de que hay numerosos pasajes del Corán que no pueden haber emanado de su conciencia o inconsciencia. Citaremos ejemplos que tienen que ver con eventos históricos, eventos futuros y algunas consideraciones psicológicas.

Una muestra  es el capítulo 18 del Corán, que fue revelado a manera de respuesta a las tres preguntas que los idólatras de La Meca, en consulta con la Gente del Libro (judíos y cristianos), habían hecho al noble Profeta para probarlo; estas fueron:

  1. ¿Quiénes fueron "Los durmientes de la caverna”?
  2. ¿Cuál es la historia real del Aljidr?
  3. ¿Qué es lo que sabes acerca de Dhul Carnáin?

Siendo que estas tres preguntas concernían a la historia de los judíos y los cristianos,  y eran desconocidas en el Hiyaz (La Meca, Medina y Jeddah), fueron seleccionadas para comprobar si es que el noble Profeta poseía una fuente de conocimiento de las cosas invisibles y ocultas[17].

Cuando las tres preguntas le fueron hechas dijo: "Mañana os diré", pero no dijo: "Si Dios quiere". Cuando los incrédulos vinieron por las respuestas él tuvo que posponerlas (porque no se le habían revelado); y así pasó día tras día hasta que pasaron 15 noches y él aún no recibía revelación alguna... La gente de La Meca se burlaba de él y se encontraba sufriendo por lo que le decían, a la vez que grandemente entristecido por no haber recibido la ayuda que esperaba. Fue entonces que el Arcángel Gabriel le trajo una revelación reprochándole por su desespero a causa de lo que su gente decía y, diciéndole las respuestas a sus preguntas, la larga espera que soportó fue explicada en las siguientes palabras:

“Y no digas respecto a algo: Lo haré mañana, a menos que añadas: Si Allah quiere[18].

Discutiendo la importancia de esta larga espera Martin Lings dice:

"Pero el retraso de esta revelación, a pesar de ser doloroso para el Profeta y sus seguidores, fue en realidad un aumento de su fuerza.

Sus peores enemigos rechazaron sacar conclusiones de ello. Pero para aquellos Curaishíes que se encontraban en duda fue una poderosa corroboración de su anuncio de que la revelación le venía del cielo; y de que él no tenía parte en ella ni control sobre la misma. ¿Era concebible que, habiendo "inventado" las primeras revelaciones, Muhámmad tardase tanto en "inventar" estas últimas, especialmente cuando tanto parecía estar en juego[19]?”.
Es digno de considerar aquí, que Muhámmad fue cuestionado acerca de eventos específicos. Es difícil de entender cómo "ilusiones religiosas" podrían haberle ayudado a dar las respuestas correctas que silenciaron completamente a sus detractores. Lo que es aún más impactante es que mientras relata la duración del sueño de los durmientes en la caverna, el Corán dice:

“Habían estado en su caverna trescientos años y nueve más[20]”.

Las palabras usadas en la aleya son bastante significativas. El verso no dice "trescientos nueve años" sino que utiliza la aparentemente extraña fraseología de "Trescientos años y nueve más". ¿Por qué "Y nueve más?”. Esto es porque su estadía fue de 300 años si uno cuenta en el calendario solar; y 309 años en el calendario lunar. El año lunar es once días más corto; ahora once días por 300 años dividido entre 365 días da 9 años. El argumento de que tales sorprendentemente precisos cálculos brotaron del "subconsciente", o de que son "meras alucinaciones", no parece ser una explicación satisfactoria.

Otro ejemplo puede ser encontrado en el capítulo 89 del Corán, que tiene un verso que menciona una antigua ciudad llamada Iram:

“¿No has visto cómo tu Señor castigó al pueblo de ‘Âd? Y al de Iram, el de las [construcciones con fuertes] columnas, Al que no se le asemejó pueblo alguno [21]?”

Aparte de esta mención coránica, no había ningún registro histórico acerca de esta ciudad; el nombre mismo era obscuro, aún en el tiempo del Profeta; esto condujo a un sinnúmero de explicaciones sobre su posible posición geográfica. Algunos comentaristas del Corán llegaron incluso a sugerir que "Iram" era probablemente el nombre de un héroe hepónimo (personaje que da nombre a una ciudad) de los adíes[22].

Los hallazgos de la investigación publicada por la revista oficial de la "Sociedad Geográfica Nacional" americana en diciembre de 1978, han demostrado definitivamente que Iram era una ciudad. En 1975 el Doctor Paolo Mathiae de la Universidad de Roma, director de la Misión Arqueológica Italiana en Siria, descubrió un tesoro arqueológico. En las ruinas de un palacio, aparentemente destruido en el siglo XXIII antes de Cristo, descubrió el más grande archivo ya desenterrado del tercer milenio A.C.. Más de 15.000 tablas cuneiformes fueron descubiertas. Entre los valiosos detalles revelados por las tablas estaba el hecho de que Ebla solía tener relaciones comerciales con Iram:

"También está incluida Iram, una oscura ciudad a la que hace referencia la sura 89 del Corán[23].

¡Es inconcebible que el subconsciente o las ilusiones religiosas puedan haber sido la guía que ayudó a Muhámmad a describir tan detalladamente en el Corán las características físicas y el nivel arquitectónico de gentes que vivieron en una ciudad antigua que fue destruida 3.000 años antes de que naciera![24].

Más aún, el Corán mismo afirma en varios puntos que ni Muhámmad ni su gente sabían acerca de alguna de esas historias antes de la revelación:

“Éstas son historias que no conocías, y te las revelamos [¡Oh, Muhámmad!]; ni tú ni tu pueblo las sabían. Ten paciencia, que ciertamente el éxito [en esta vida y la otra] es para los piadosos [25]”.

Es significativo que nadie se haya detenido para decir: "Tu estás tremendamente equivocado ¡Oh Muhámmad! Yo soy un árabe como tú, y ya sabía acerca de estas historias aún antes de esta revelación".

También parecería que Muhámmad estaba tomando un riesgo innecesario y suicida al recitar el verso anterior. Aún asumiendo que él conocía estas historias con anterioridad, y que estaba simplemente fingiendo ignorancia; en ese caso, él no sería el único en conocerlas. ¿Cómo podía estar tan intrépidamente seguro de la ignorancia de los demás? Y aunque lo relatado de las historias fuera verdad, sus enemigos podían haber aprovechado fácilmente la situación para desmentirle, ya que la anterior declaración (Los versos citados recientemente), vino después de que él les recitó la historia. ¡Y a pesar de eso nadie aprovechó la oportunidad! Según el "Longman Dictíonary of Contemporary English" el subconsciente es:

"El nivel oculto de la mente y los pensamientos que ocurren en ella, que van más allá del conocimiento consiente".

La declaración coránica anterior es consiente, intrépida y precisa. ¿Cómo pudo Muhámmad saber con tanta precisión y de antemano que, aunque hiciera tan intrépida declaración, nadie, incluyendo sus enemigos, podría pensar alguna vez en usarla contra él?

Una segunda dificultad en esta teoría, es el hecho de que el Corán contiene declaraciones específicas sobre eventos futuros, todos los cuales se cumplieron. Esto debilita aún más la idea de que el Corán es el producto de los conocimientos de Muhámmad. A manera de ejemplo tenemos el siguiente suceso:

En el capítulo treinta del Corán, versos del uno al siete (1-7) (Revelados en el año 613 D.C.), se anuncia claramente que el Imperio Romano de Oriente fue derrotado por los persas y que sería victorioso en unos pocos años. La palabra árabe utilizada para describir "unos pocos años" es " bid’i ", que significa: "Entre tres y nueve años" (3-9). Y así sucedió; siete años después de esta profecía, los romanos derrotaron a los persas. Lo que es igualmente importante es que la profecía también dice: "En aquel día los creyentes también serán victoriosos"; y simultáneamente los musulmanes celebraban su victoria sobre Curaish en la batalla de Badr; como lo dice Hingora:

" Cabalmente, esta profecía se cumplió al pie de la letra cuando Heracleo derrotó a los persas en la decisiva batalla de Issos en el año 622 D.C. y los romanos entraban victoriosamente en el corazón de Persia el año 624 D.C. Exactamente en el mismo año los musulmanes obtuvieron la victoria sobre los paganos de Meca en Badr y los creyentes "se regocijaron aquel día", tal y como fue profetizado en el Corán[26].

Otro ejemplo, aparece en el capítulo 111, versos del uno a cuatro (1-4), donde el Corán declara explícitamente que Abu Lahab, tío del Profeta, moriría como un incrédulo. En lo concerniente a Abu Lahab, Thomas Patrick Hughes dice:

"Él era uno de los más acérrimos enemigos del Profeta y se opuso a la difusión del Islam con todo su poder... cuando Muhámmad recibió la orden de amonestar a sus familiares, los reunió a todos y les dijo que él era un advertidor enviado a ellos antes de un castigo severo. Abu Lahab rechazó su misión y clamó: ¡Que perezcas! ¿Nos has reunido a todos para esto?, y tomó una piedra para arrojársela; fue entonces que la sexta sura del Corán fue revelada[27].

Abu Lahab murió siendo incrédulo once años después de aquella revelación coránica. Tomando en cuenta que él era el peor enemigo de Muhámmad, la lógica y la experiencia nos sugieren que - suponiendo que Muhámmad fuese el autor - fue poco inteligente hacer tal declaración, porque Abu Lahab podría haber desmentido al Corán pretendiendo creer en él. ¿Por qué desperdició Abu Lahab esta dorada oportunidad? ¿Qué dejó a Muhámmad tan seguro de que, aún en once años, Abu Lahab no aprovecharía esta tentadora oportunidad? De ninguna manera la experiencia incluye el conocimiento del futuro.

También hay consideraciones psicológicas que debilitan aún más, la teoría del subconsciente. Es tendencia del subconsciente suprimir o atribuir a otros ciertos sentimientos incriminantes o inaceptables. Si el Corán fuese el producto del subconsciente no hubiera contenido censuras y reproches contra Muhámmad mismo. Los primeros diez versos del capítulo 80 de Corán, por ejemplo, reprochan al Profeta su actitud para con Ibn Umm Maktum. Describiendo el incidente, Sayyed Qutub dice:

"El Profeta - La Paz y Bendiciones de Allah sean con él - estaba ocupado con unos dignatarios de la tribu de Curaish, explicándoles el mensaje del Islam, cuando Ibn Umm Maktum, un pobre ciego, lo interrumpió. Sin darse cuenta que el Profeta estaba ocupado con esas personas, el ciego le pidió repetidas veces que le enseñe algunos versos del Corán. El Profeta - La Paz y Bendiciones de Allah sean con él - no estuvo muy complacido por esta interrupción; frunció el ceño y dio la espalda a Ibn Umm Maktum. Esta sura se inicia criticando el comportamiento del Profeta en aquel incidente[28].

En el capítulo ocho, versos 67 y 68, el Corán también reprocha al Profeta por la decisión tomada con respecto a los setenta prisioneros de guerra después de la batalla de Badr[29]. Estos no son los únicos ejemplos. Es inconcebible que tales reproches sean el producto del propio subconsciente de Muhámmad.

Otros aspectos psicológicos muy difíciles de explicar, incluyen el hecho de que, normalmente, cuando la persona se disgusta, le toma algún tiempo calmarse. A pesar de esto encontramos en el Corán que el reproche y el perdón están en la misma frase. Aparte de las anteriores referencias, otro ejemplo aparece en el capítulo nueve, verso 43, donde el reproche está precedido por el perdón:

“Allah te disculpó [¡Oh, Muhámmad!] por haberles eximido sin antes corroborar quiénes eran veraces y quiénes mentirosos”.

Nuevamente fueron los hipócritas quienes esta vez difundieron un maligno rumor contra la castidad y la integridad moral de la esposa del Profeta, Aisha. El Profeta estaba muy consternado por el rumor, pero lo ocultó por un mes sin decir palabra, eventualmente, la revelación vino y expuso las malvadas intenciones de los hipócritas y absolvió a Aisha[30].

Aquella revelación coránica no podría acabar con la consternación del Profeta si él mismo hubiese sido el autor; y si el Corán hubiese sido un producto de su subconsciente no habría tardado tanto en llegar.

Es también significativo que el Profeta no haya podido defender la razón de firmar el Tratado de Alhudaibía hasta que su coherencia fuese revelada más tarde[31].

Otra dificultad, que no podría ser resuelta según la teoría del subconsciente, es que Muhámmad haya hecho muchas otras afirmaciones y que estas no forman parte del Corán. Y, muy significativamente, hay mucha diferencia entre estas y las que sí forman parte de este libro, es más, no existe comparación. Mientras que el Corán lanza desafíos a la humanidad para que ésta produzca algo parecido a él; los dichos del Profeta no lo hacen. A pesar de ser altamente elocuentes, los Hadices no son inimitables. Sobre este hecho nos dice A.A.R. Gibbs, en su libro "Mohammedanism: A Historical Survey".

"Un ejemplo aún más impactante nos lo da su discurso en "La peregrinación de despedida", cuando visitó La Meca por última vez. Pues este tampoco está en el Corán, a pesar de su contenido religioso y la solemnidad de la ocasión... cualquiera que sea la explicación estaba limitada a aquellas palabras que no eran emitidas conscientemente ni controladas por el Profeta y que parecieran haber sido puestas en su boca por un agente externo[32].

Hemos intentado demostrar, por lo menos hasta aquí, que la primera posibilidad lógica formulada en lo concerniente a la autoría del Corán - que Muhámmad fue, consciente o inconscientemente, el autor del Corán - es racionalmente insostenible. Debemos examinar ahora la segunda posibilidad lógica en la que Muhámmad no sería el autor del Corán, sino que simplemente lo copió de otros autores o fuentes.


[1] Muhammad Muhsin Khan, Op. cit. Vol. 1, Hadiz No. 2. Pág.2.

[2] Ibíd. Vol. 2, Hadiz No. 3, pPág. 2-4, se citó sólo en parte.

[3] Philip K. Hitti. Islam and the West: A Historical-Cultural Survey. Pág.14.

[4] Norman Daniel. Islam and the West: The Making of an Image. Pág. 27-28.

[5] Ídem

[6] He citado las palabras del reverendo, presentes en el prefacio de A.J. Arbery Op. cit. Pág.15.

[7] R.A. Nicholson, en su introducción a la traducción de E.H. Palmer. The Korán. Pág. IX y X.

[8] Ibíd. Pág. X.

[9] Ibíd. Pág. XI. Algunas veces la historia de Juana de Arco es citada como un ejemplo práctico de la “Ilusión religiosa”. Para más detalles de sus “visiones” y “voces”, ver la Nueva Enciclopedia Católica. Vol. VII, Pág. 992.

[10] Bryan S. Turner. Op. cit. Pág. 36. (Levemente modificado.)

[11] Ibíd. Pág. 37.

[12] O de la Fabricación inconsciente.

[13] The New Encyclopedia Britannica. Vol. IV. Pág. 525.

[14] Ídem. (Más detalles en español en Marcus A. Krupp y Milton J. Chatton. Diagnostico Clínico y Tratamiento. México D.F., Editorial “El Manual Moderno”, 1981. Pág. 667-674).

[15] Para una descripción más detallada, ver The New Encyclopedia Britannica. Vol. VII, bajo “Epilepsy” y “Epileptic” Fit. Pág. 654.

[16] Ibíd. Vol. IV. Pág. 525.

[17] S.A.A. Maududi. The Meaning of the Qurán. Parte 7. Pág. 4.

[18] Martin Lings. Op. cit. caPág. XXVI. Pág. 77. Los versos coránicos aparecen en la sura 18:23-24. Es de estos versos que los musulmanes aprendieron a decir "In Sha Allah" siempre que prometen algo para el futuro. (T. Que después enseñaron a otros pueblos; en la Andalucía musulmana aparecen: "Oxalá" en portugués y "Ojalá" en español; ambos significando: "Y quiera Allah...").

[19] Ídem. Para más detalles acerca de las tres preguntas ver páginas 77 y 78.

[20] Corán 18:25.

[21] Ibíd. 89:6-8.

[22] Ver Abdullah Yususf Ali, (Trad.) The Holy Quran: Text, Translation and Commentary. Jeddah, Islamic Education Centre, 1946. Notas de pie, No. 6114, Pág. 1732.

[23] Howard La Fay. Ebla: Splendor of an Unknown Empire. Dec. 1978, Vol. 154, No. 6, Pág. 737-759. La cita mencionada está en la página. 737. Los hallazgos confirmaron también la posición tomada por los estudios musulmanes de que el épico viaje de Abraham ocurrió cerca del año 2300 A.C., a diferencia de la fecha de 1800 A.C. mantenida por los estudiosos bíblicos. Interrogado acerca de la importancia de las tablas de Ebla, el Dr. Giovanni Pettinato, anterior epigrafista de la Misión Arqueológica Italiana, dijo: "Tengan presente esto: Todos los otros textos de este periodo recuperados hasta hoy no son ni un cuarto de los encontrados en Ebla". Pág. 735.

[24] Nota del Traductor: El Corán también hace referencia a un hecho asombroso de esta misma naturaleza. El soberano de Egipto es llamado “Rey” (Malik en árabe) cuando el Corán menciona la historia de José (Corán 12:43), mientras que al relatar la historia de Moisés (Corán 7:104), el mismo es llamado Faraón (Fir’aun). Según la Enciclopedia Británica (bajo el titulo Faraón) la palabra Faraón solo comenzó a ser utilizada con referencia al rey de Egipto durante el Nuevo Reino (1539-1292 AC) y entre el 945 y el 730 AC la palabra ya había sido aceptada formalmente. Como es sabido José entro en Egipto en la época anterior al Nuevo Reino, y Moisés lo hizo después de esta época. Es digno de mencionar que el relato bíblico utiliza la anacronía de llamar Faraón al gobernante de Egipto, al relatar la historia de Abraham, José y Moisés, contradiciendo así la evidencia histórica y arqueológica. Ambas teorías, la de la fabricación inconsciente y la del plagio de material bíblico se ven nuevamente incapaces de responder a esta evidencia. Para leer más acerca de la exactitud de las afirmaciones históricas del Corán ver: Pueblos desaparecidos de Harun Yahya.

[25] Corán 11:49.

[26] Q.I: Hingora. The Prophecies of the Holy Quran. Pág. 48. Para más detalles, ver la traducción de Abdullah Yusuf Ali del Sagrado Corán al inglés. Apéndice X. Pág. 1069-1076. Otras profecías incluyen aquellas en 54:45 sobre Badr, las de 44:10-16 sobre la hambruna, en 68:15-16 sobre Walid bin Mughirah siendo golpeado en la boca y varias otras.

[27] Thomas Patrick Hughes. A Dictionary of Islam. Pág. 8. Otra muestra de enemistad se vio en el caso de la lealtad tribal, que bajo el mando de Abu Táleb protegió al Profeta, a pesar del rechazo de la tribu hacia la religión que predicaba. Abu Lahab fue el único del clan Háshim (Traductor, el clan del Profeta) que se negó y se alió a los clanes enemigos. También ordenó a sus dos hijos romper con las dos hijas de Muhammad, con las que se habían comprometido antes que Muhammad anunciase la profecía; todo para ejercer sobre él una presión psicológica. Ver la traducción del libro de Sayyid Qutub. In the Shades of the Quran. London, MWH Publishers,1979, Vol. 30, Pág. 344-345.

[28] Sayyid Qutub. Op. cit. (Trad.) Vol. 30, Pág. 39.

[29] Para un relato más detallado ver S.A.A. Maududi. Op. cit. Parte IV, Nota explanatoria 49, Pág. 150-151.

[30] Para detalles adicionales ver el libro de Martin Lings. Op. cit. Pág. 240-241. Ver también El Corán, 48:1-6. (Traductor o cualquier biografía completa de Muhammad).

[31] Para más detalles acerca del acuerdo, ver Martin Lings. Op. cit. Pág. 252-255.

[32] H.A.R. Gibbs. Mohammedanism: A Historical Survey. Pág. 43-44.

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